REDACCIÓN LAVANGUARDIA.COM,Barcelona
- 20 abril, 2012 - 13:20 h
Por Marian Arija
¡Auxilio! ¡Auxilio!, gritaban en azorado desespero las “Damas feas” que, secuestradas, permanecían en la cueva de los “Siete Dragones” a la espera de la gran fiesta del lugar.
Las inocentes, esperaban ser liberadas tras los días de ayuno obligado para asistir vistosamente engalanadas a la cena que se ofrecería en honor del nuevo Rey.
Un furioso dragón milenario las esperaba en lo alto de la misteriosa Montaña Azul para devorarlas. Su rugido se dejaba sentir a lo largo y ancho de todas las poblaciones del lugar, las llamaradas que lanzaba por su boca iluminaban el cielo de la noche oscura. De sus ojos, enrojecidos de maldad, brotaban lágrimas de hielo que, al caer, se congelaban pareciendo carámbanos y al rebotar en el suelo se convertían en flechas punzantes.
Los aterrorizados lugareños agitaban prestos sus pañuelos de blanco inmaculado invocando al “dragón salvador Jordi”, que tras la lucha encarnizada con el malvado liberaría del tormento a las damas retenidas y les devolvería la belleza eterna.
¡Auxilio! ¡Auxilio! Dragón bueno, gritaban al unísono las damitas apenas ya sin voz, un hilillo lastimero se ahogaba en sus gargantas.
A las doce en punto se produciría el ansiado encuentro entre los dragones enemigos. El griterío esperaba impaciente. Los rugidos atronaban la noche. La danza mortal entre las bestias se dirimía en cruel combate. Una llamarada como la fulguración de un sol salió de la boca del bondadoso Dragón Jordi, que cegó de lleno al maligno derribándolo; haciéndole caer montaña abajo mientras del pecho transparente de Jordi relucía un gran corazón rojo- fuego que latía de bondad.
Las princesitas fueron liberadas y, su belleza era tal que deslumbraban al gentío que las aplaudía a rabiar. El buen Dragón Jordi enfiló el camino hacia la cueva mágica donde le guardaría dormido hasta el próximo año........Marianarija
- 20 abril, 2012 - 13:20 h
Por Marian Arija
¡Auxilio! ¡Auxilio!, gritaban en azorado desespero las “Damas feas” que, secuestradas, permanecían en la cueva de los “Siete Dragones” a la espera de la gran fiesta del lugar.
Las inocentes, esperaban ser liberadas tras los días de ayuno obligado para asistir vistosamente engalanadas a la cena que se ofrecería en honor del nuevo Rey.
Un furioso dragón milenario las esperaba en lo alto de la misteriosa Montaña Azul para devorarlas. Su rugido se dejaba sentir a lo largo y ancho de todas las poblaciones del lugar, las llamaradas que lanzaba por su boca iluminaban el cielo de la noche oscura. De sus ojos, enrojecidos de maldad, brotaban lágrimas de hielo que, al caer, se congelaban pareciendo carámbanos y al rebotar en el suelo se convertían en flechas punzantes.
Los aterrorizados lugareños agitaban prestos sus pañuelos de blanco inmaculado invocando al “dragón salvador Jordi”, que tras la lucha encarnizada con el malvado liberaría del tormento a las damas retenidas y les devolvería la belleza eterna.
¡Auxilio! ¡Auxilio! Dragón bueno, gritaban al unísono las damitas apenas ya sin voz, un hilillo lastimero se ahogaba en sus gargantas.
A las doce en punto se produciría el ansiado encuentro entre los dragones enemigos. El griterío esperaba impaciente. Los rugidos atronaban la noche. La danza mortal entre las bestias se dirimía en cruel combate. Una llamarada como la fulguración de un sol salió de la boca del bondadoso Dragón Jordi, que cegó de lleno al maligno derribándolo; haciéndole caer montaña abajo mientras del pecho transparente de Jordi relucía un gran corazón rojo- fuego que latía de bondad.
Las princesitas fueron liberadas y, su belleza era tal que deslumbraban al gentío que las aplaudía a rabiar. El buen Dragón Jordi enfiló el camino hacia la cueva mágica donde le guardaría dormido hasta el próximo año........Marianarija
(finalista premio S. Jordi relatos La vanguardia 2012)
